viernes, 7 de enero de 2011

Esto no es una crítica.

Esta Navidad la he recorrido a base de tres lecturas, casi cuatro, que no me atrevo a criticar por respeto, ya que me han gustado. No, gustar no es la palabra adecuada. Digamos que las he personalizado. "Customizado" como se dice ahora. Y me pasa como con los amigos, que si algo les tengo que decir se lo diré a la cara, sólo a ellos y en privado. Me da la sensación de que exaltar o vituperar las excelencias o defectos de estas casi cuatro lecturas me llevaría a terrenos personales y pantanosos que quizá ni siquiera yo quiera descubrir. Sólo puedo decir que son lecturas recomendables, sobre todo dentro del significado de la Navidad y del cambio de año.
Con sus virtudes y defectos, me han dejado una agradable sensación de reflexión y gratitud, son estos:
- "La mecánica del corazón" Mathias Malzieu.
- "El vencedor esta solo" Paulo Coelho.
- "De que hablo cuando hablo de correr" Haruki Murakami.
- "El hereje" Miguel Delibes.
Por otro lado, me dejan la frustrante sensación de que es totalmente inútil que escriba siquiera estas pocas palabras en un blog, pues hay gente que ya ha expresado algunos de mis pensamientos con infinita mejor calidad de lo que yo nunca seré capaz.
Por ejemplo, MURAKAMI refleja con brillantez que para algunas personas correr maratones o carreras de gran resistencia, a nivel popular, no es una cuestión de salud, siquiera de deporte en su sentido puramente competitivo, sino una forma de disfrutar y sufrir una metáfora de la vida, y una forma de desarrollar nuestra conciencia y nuestro instinto. No llega a calificar el acto de correr como "poesía" ni como "religión", pero algo hay. Algo hay.
Recomendables los cuatro.

Poco a poco.

Oxidado, estoy oxidado. No recordaba que eran las agujetas, por pocas que sean. Hora y media de tenis. Agujetas. Al día siguiente media hora corriendo. Hay medias horas que son largas y otras que son cortas. La de ayer fue larga. No sabía que mi cuerpo podía albergar tanto gas y tanto líquido.
El cuerpo se rebela cuando lo cambias de costumbre. Le da igual correr diez kilómetros al día que estar todo el día sentado, pero siempre lo mismo, por favor. En media hora de carrera suave mi carne y hueso me recordó todas las molestias, grandes o pequeñas, que he tenido alguna vez.
El cuerpo es un cachondo, te avisa y luego se esconde, pero deja el mensaje bien claro. ¿Te acuerdas de la tendinitis en la rodilla? Durante cinco minutos noto una ligera molestia que desaparece sin problemas. ¿Recuerdas la fascitis? Lo mismo. ¿Y las contracturas de la espalda? ¿Y las sobrecargas de los gemelos? Todo viene y va por unos minutos, y no por necesidad sino por pura advertencia.
Hoy tocan cuarenta minutos. Y me estoy mirando como si este cuerpo no me perteneciera y me fuese a contar un chiste de un momento a otro.