viernes, 30 de diciembre de 2011

Cifras y letras.

El año nuevo me ha hecho pensar en números sin letras. El bombardeo mediático de cábalas y recuentos llega al ridículo. Que si cambio de año y fin del mundo; que si rankings anuales de todo tipo: Las diez noticias más vistas, los diez mejores goles, los tres libros y películas imprescindibles, la madre que los parió, por no mentar la crisis y las primas de riesgo (Que resulta que no son un método anticonceptivo)
Y lo peor de todo: las doce campanadas.
Este año he conseguido huír de dicho trámite. Sorpresa: no he salido ardiendo, ni ¡por Tutatis! se me ha caído más cielo sobre la cabeza del que a cada uno nos toca.
La navidad, en sentido amplio, siempre me ha provocado un punto de ridículo, un punto contrahecho, como un cuadro o una bicicleta del revés, como un coche sin volante.
Este año me he dado cuenta de que esas extrañas sensaciones quizá, sólo quizá, me vengan motivadas por la mezcla de tanta cifra con tanto ceremonial emotivo. Dentro de nada nos traerán los Reyes Magos una fórmula de las emociones y no nos hará falta mirar a los ojos. Haremos una integral o añadiremos una página al curriculum vitae y punto.
Porque parece ser que el hombre moderno para recordar tiene que usar la calculadora.


P.D.: Uso en mi descargo que me he visto obligado a escribir algo por alguna protesta acerca el abandono de este blog y/o su exclusiva temática "runner". Y tan espeso estoy que me han salido los tópicos navideños. En la próxima os hablaré del tiempo metido en un ascensor.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Subida al Rocigalgo.

Ayer hizo un día como hoy, niebla, humedad, visibilidad justa y necesaria. Nada de horizonte... A no ser que te de por hacer cumbre en el Pico Rocigalgo, el más alto de los Montes de Toledo, en el Parque Nacional de Cabañeros.
A sus 1.444 metros, y bastante antes, no llegaba la niebla, que se iba quedando a nuestros pies, compacta e inmóvil: A un lado cubriendo la llanura manchega y, al otro, dejando asomar la Sierra de Gredos, con sus picos nevados.
Tuvimos la suerte de que la niebla densa no levantó en todo el día y, así, a las cuatro de la tarde tuvimos la suerte ver esto:



Son 18 km, mitad subida y mitad bajada, a los que se puede añadir otros diez si, en vez de salir desde el parking de las Becerras, se comienza desde la carretera. Tenemos entonces una ruta de 28 km espectacular para hacerla en plan trail.
Además, de camino se pueden hacer dos buenos avituallamientos, casi sin desviarse de la ruta de subida, para ver la "Chorrera" y la "Chorrera Chica", que nos harán olvidar que estamos en tierras manchegas.
Tras las chorreras, subiendo, cambia el paisaje para pasar por las llamadas "Cornisas", donde hay que extremar la precaución y, tras cruzar el arroyo, se pasa una zona boscosa que a comienzos de otoño y primavera nos dijeron que era espectacular y especialmente frondosa.
En definitiva, como dicen por ahí´: ¡Qué bonito estaba el campo!
No recuerdo ahora mismo dónde he oído o leído dicha expresión...






P.D.: En el grupo iban unos "Alacranes" (nombre de club) curtidos en rutas bicicleteras, montañeras, "eternalrunnings" y algún corredor popular-campestre con ganas de hacer montaña. La cosa promete.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Casi, casi...


A pesar de la portada, me dió la corazonada y compré y, más aún, he leído "Cartas cruzadas", de Markus Zusak. Un libro muy "navideño", pero buen libro al fin y al cabo.
Es una especie de fábula moral, sin dogmatismo ni prejucios a lo Paulo Coelho, lo cual se agradece. Su peculiar estilo da mucho ritmo a la narración, a veces te sorprendes mirando de reojo hacia abajo para ver qué va a pasar. Es preciso, directo, no le sobra un renglón. Consigue introducir un punto de misterio y tensión interesante. Se agradece la sencillez.
Recomendable, por el precio de tres copas te hace reflexionar sobre temas interesantes que no voy a descubrir.
Ahora bien, como fábula y con el tono poético que llega a adquirir por momentos, entiendo que resulta muy importante cuadrar un buen final, una moraleja certera, un verso que haga rimar y dé sentido a todo lo anterior. Y aquí el Sr. Zusak se pierde, no atina, te deja con los calzones caídos y con mala baba. Resuelve de una forma burda e irreal el misterio.
Sí, recomendable en todo caso. Pero...