viernes, 22 de febrero de 2008

"Sí buana"

Buenos días.
Nunca se me ha dado muy bien el protocolo, las formas. Y resulta que en una sala de vistas las apariencias son fundamentales. Por ejemplo, un testigo. En el fondo da igual que mienta, pues dependiendo de una serie de circunstancias (parentesco, amistad, interés manifiesto, patologías hereditarias...) ya todo el mundo, el primero el Juez, da por hecho que va a mentir o, cuando menos, que no va a decir toda la verdad y nada más que la verdad. Lo importante es que, en la forma, no se note mucho, pues en ese caso se le pueden abrir diligencias por falso testimonio (supuesto improbable donde los haya)
Quitando otras formalidades de rango consuetudinario, que seguramente se legislarán dentro de no mucho tiempo, como los retrasos injustificados, hay una que me sigue sorprendiendo: la actitud del Abogado ante el Juez.
La verdad es que ya no sé donde está el límite entre la educación, la grosería y la sumisión. Tengo la costumbre de dar los buenos días (en Puertollano, donde el reloj es implacable, casi las buenas tardes) y, como mucho, si la Jueza o Juez es nueva/o o lo conozco por algún motivo especial, le doy la mano. Hay compañeros que dan la mano por sistema antes o después de la vista, lo cuál me parece un pequeño exceso pese razonable, y otros que dependiendo del Juez no dan ni los buenos días.
Obviamente se puede ser pelota o grosero dentro de unos límites, y resulta hasta lógico, pues esta profesión es una continua superposición de matices.
He de decir que hasta el momento no me he encontrado con un compañero en exceso grosero y maleducado, sin ningún tipo de respeto al Juez o Tribunal, aunque sólo sea por propio interés y porque, vaya, es un delito. Y es que hasta las más acendradas disputas se pueden producir desde la 'venia' y el 'usted'.
Por contra, y esto me sucedió hace un par de días en Villanueva de los Infantes, me encontré con el tipo de compañero lisonjero, pelota, pelotudo. Para él no es suficiente, al entrar, dar los buenos días acompañando una leve inclinación de la cabeza, dando la mano tanto al Juez como al Secretario sino que, también al salir, reitera tal operación, teniendo además especial cuidado (pues me lo olí y me hice el remolón para salir el último de la sala) de quedarse el último para hacer algún comentario gracioso y salir hablando con la Oficial en tono distendido y jovial. ¡Magnífico ejemplar! Si el Juez es como suelen ser los Jueces me da a mí que ganó un punto para perder el pleito.
Ya no sé que es peor, si la distancia, casi confrontación, pues puede interpretarse como independencia y autoridad (lo cuál en un Abogado no son malas compañeras) o la devoción casi suplicante y pesada y en todo caso sumisa, pues por forzada se presenta como una invitación al amiguismo (¡Viva España!) al cohecho o la prevaricación.
Prefiero pasar relativamente desapercibido en estas cuestiones antes que acercarme a cualquiera de esos dos extremos.
Hasta luego, buenos días. Y basta.

sábado, 16 de febrero de 2008

Por favor, crispen. Pero de verdad.

Hay palabras que se ponen de moda, tan de moda tan de moda que llegan a pervertir su significado o, cuando menos, el contexto en el que son usadas. Lo mejor es que, normalmente, igual que vienen se van. Lo malo es que los que las utilizan se quedan.
Ahí tenemos al verbo "crispar" en su deambular político. De antemano, sin necesidad de detenernos a ver su significado concreto y reflexionar sobre él, ya damos por supuesto en la actualidad una impresión negativa que condiciona su sentido. Se ha instalado en la conciencia colectiva un matiz peyorativo sobre dicha acción por la sencilla razón de que un partido político (en este caso, PSOE) imputa esa conducta al partido en oposición (en este caso, PP)
Y es curioso como esa presunción de culpabilidad sobre la palabra "crispar", de exclusivo interés político, es decir, al servicio de los intereses personales de unos políticos, se instala como reproche en cualquier lugar de la sociedad y de cualquier manera. Pobre de aquel que dé la nota discordante, que discuta algo o que se muestre disconforme. ¡Es un crispador! Es un tio despreciable que genera crispación, que es malo, malísimo. Y resulta, curiosamente, que hasta la palabra "crispador" se transforma en sinónimo de militante del PP, o votante del mismo, o fascista, o qué sé yo.
Más curioso aún es que, dentro de la simpleza neolítica de las proclamas y debates políticos, el partido acusado de crispar termina estúpida y absurdamente acogiendo dicho significado perverso (se une a la tribu implacable pero difusa de lo políticamente correcto) para intentar que cuál boomerang termine golpeando al lanzador. Así, aprovechando las ineptas e indiscretas palabras de ZP al término de su entrevista con Gabilondo en las que apelaba a la "tensión", el PP se lanza como en patio de colegio a lloriquear en peculiar entierro de la sardina para que nos demos cuenta de que ellos nunca han crispado, que son gente normal y moderada porque, claro, la gente buena, normal y moderada no crispa, porqué crispar es malo, que son los otros el lobo con piel de cordero. Empieza la cuaresma.
Pues me da a mí que ni unos ni otros "crispan... irritan o exasperan" en el sentido bienintencionado que pretenden mostrarnos de "nos preocupamos porque lo que diga el contrario irrite o exaspere tanto a la población que genere situaciones de confrontación que les perjudique", o algo así. Por favor, no se preocupen tanto por los ciudadanos. Hace tiempo, al menos para mí, que los políticos actuales dejaron de tener esa capacidad de influencia cuasi mágica, por muy diversos motivos, entre ellos, porque vivimos en una Democracia y todos somos ciudadanos libres.
Y es más, ¿quién es un político para preocuparse por las reacciones que pueda tener una persona; sobre lo que le pueda irritar o exasperar? ¿No es eso algo propio de la esfera de su más pura libertad de pensamiento, absolutamente indelegable? ¿Por qué un político pretende de antemano definir lo que me puede exasperar, crispar o irritar? ¿Será que lo único que les preocupa es hacerme creer que pienso igual que él para que le vote? En definitiva, se creen que somos imbéciles.
Señores políticos, ustedes tienen la obligación de irritarse y exasperarse entre sí, que sería una buena forma para que comenzaran a pensar con motivación. A poder ser, motivación hacía el ciudadano. Tienen la obligación de discutir, de refutarse, de gritar incluso. Vociferen por algo que no sean los votos. De verdad, háganlo sin miedo, y no se preocupen por mí tanto, gracias.
Prefiero eso a que creen máscaras de bienaventuranzas absurdas que nos lleven a no discutir de nada por si acaso molestamos, y limitarnos a ser guiados por sus productos de márketing político cuál pitonisos en celo.
¿Es esa la idea que tienen ustedes de la Democracia?
No, no es esa. Creo que es aún peor.

jueves, 14 de febrero de 2008

La partida

Este espacio para el cuál no hacen falta, afortunadamente, más hipotecas que nuestro tiempo y dedicación, nace movido por el ejemplo de dos amigos blogeros. El primero, Mr. Hyde, con su blog "Días sin huella", en el que su cita de presentación de Mark Twain "El paraíso lo prefiero por el clima, el infierno por la compañía" basta para describirlo. El segundo, Néstor, que además de amigo es compañero de profesión y con su blog "Vida e insólitas aventuras de un joven abogado" siempre nos da ese punto de reflexión y motivación que tantas veces nos falta por pereza u olvido. Por cierto, felicitarlo por su PREMIO "ARTE Y PICO", que lo del arte no lo tengo claro, pero pico os aseguro que tiene.
Por terminar con mis cercanas referencias internautas un saludo a todos los que formaís el "FORO DALETU" y en especial al "No Jefe" por su iniciativa y a todos aquellos que seguimos manteniendo viva su llama.
Para los demás, ya nos iremos conociendo. Seguro.