Iba a decir que me sorprende la siguiente consideración, pero no, que va, en el fondo no me sorprende: la mayoría de los representantes de este país entienden que la mejor forma de solucionar los problemas es actuar entre bambalinas. La expresión "escena política" tiene un sentido mucho más literal del que nos podamos imaginar.
Los propios representantes del ordenamiento jurídico (en la forma y manera asociativa que sea) prefieren actuar por "personalismos" antes que acudir a los medios que garantizan la seguridad jurídica y, por ende, el Estado de Derecho. Y luego escenificar en público lo que se considere políticamente correcto.
Los políticos, los medios, las encuestas, nosotros los ciudadanos, pensamos que los mayores enemigos de la democracia son el terrorismo, las crisis económicas y la corrupción, con sus delitos tan perceptibles por tener contenido económico. Y es cierto.
Pero hay otra cuestión menos perceptible para la democracia, intangible, enemigo leve pero contumaz: la permanente movida al bisbiseo, al apaño. La preferencia por los grupos de presión antes que por la audiencia pública.
Esta forma de entender la política, aunque no me guste, he de reconocer que es legítima pues, en todo caso, es muy difícil de controlar o regular. Incluso puede dar buenos frutos puntualmente, pero no me parece el medio correcto.
A largo plazo ésa actitud se constituye en el germen de problemas, que pueden parecer vagos, pero que son muy reales y capitales en el desarrollo de cualquier colectivo: desapego, abstención, individualismo.
La Justicia está mal valorada, será por eso que los políticos, los ciudadanos e, incluso, muchos profesionales del sector prefieran solucionar los problemas "a su manera", sin confiar en ella.
Quizá yo sea demasiado iluso, demasiado inocente, demasiado desconfiado, demasiado ignorante o desordenado o poco profesional. Todo ello puede ser cierto dependiendo del momento y el lugar, pero ello no es óbice para que tenga una opinión muy clara en este tema: prefiero saber a quién y cómo exigir responsabilidades antes que hacer profesiones de fé, sobre todo cuando ello significa dar mi confianza ciega a la reacción de un político fuera de los órganos representativos.
P.D.: Esta entrada es una generalización sin mayores aspiraciones, exclusivamente personal. Surge de un contexto político general, pero también de un tema concreto (que el lector enterado habrá captado sin problemas) Aclaro para evitar malentendidos lo que ya dije en su momento en vivo y en directo: no se trata de desconfianza en los mensajeros, sino en los resultados de cada medio: me ofrece más garantías lo que diga una sentencia judicial frente a lo que decida un alto cargo político fuera de contexto tras medir su balanza de intereses, compromisos y votos en juego. Sé lo que es un recurso de apelación, pero no sé que se puede hacer ante la promesa incumplida de un político.