Frío, y empieza a chispear. Seguro que no rompe a llover, que se pasa en un momento. Pocos kilómetros entre los edificios protectores de la ciudad. Polígono industrial, avenida, autovía. Mucho viento. Y eso que ahora entra de lado. Raquel y Óscar. Un grupo de tres al kilómetro diez, charlando, tranquilos. Y temerosos, sabiendo que lo peor está por venir.
Miguelturra. Empieza a apretar, más agua, más viento. Calados hasta los huesos, los dedos de los pies dormidos, las manos entumecidas, las piernas aguantan bien. Ya veremos.
El impulso del paso por la media, con el avituallamiento de Pedro y Jaime. Más adelante unos ánimos inesperados que me preguntan si voy bien. De momento sí. Los pequeños detalles se agradecen como si nos fuera la vida en ello. Un maratón es muchas cosas y pura sugestión.
Empieza a salir el sol y me quedo helado, aún empapado. Sólo falta que nos caiga un rayo. Charcos.
Hasta el veintiocho todo bien, luego pican las piernas. Me falta entrenamiento de fondo... Creo que aguanto. Ya veremos. Los gemelos se cargan demasiado, amagan con subirse hasta el cogote. Empieza el regreso a Miguelturra. Demasiada fatiga para ser el treinta. Malos pensamientos. En el treinta y uno y pico, basta. Dejemos algo para el año que viene.
P.D.: Consejo de un atrevido.- Una maratón no se corre con las marcas anteriores ni con las posibilidades, una maratón sólo se corre con lo que se haya entrenado los tres meses anteriores.
3 comentarios:
VALIENTE!!!!!
Fdo: Maldita Nerea
Ya te lo dije, correr es de cobardes, jejeje...
Para cuando una nueva entrada?
Nos impacientamos por algun nuevo comentario
Fdo: Mike Posner
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