No soy objetivo, ni lo pretendo, y además lo digo: Garzón nunca me ha caído bien. Debe ser algo genético: No me caen bien los iluminados, los vehementes, los moralistas, los del afán de protagonismo. Garzón lo ha sido y lo será.
Es un tío singular que aúna la condición de juez, de político frustrado y de conferenciante de atrapa un millón. Que dentro de poco tendrá alguna calle a su nombre y se le hará una estatua, o dos. Es un tío que, ridículo entre los ridículos, se cree envidiado y por ello perseguido.
Aún no salgo de mi asombro. Hoy, en su derecho a la última palabra como imputado, ha citado a Kant, gran síntoma de humildad del muchacho. Y así ha dicho sin sonrojo que "el Tribunal del hombre es su conciencia". ¡Qué bonito! En mis próximas conclusiones de un juicio penal lo diré a voz en grito.
Más allá de que sea una sentencia discutible, no tendría mayor relevancia si la hubiese dicho Camps, Del Nido, o cualquier otro imputado del Spain is different. Pero lo ha dicho un tipo que además de imputadísimo es Juez, y que se ensalza de dicha condición. Un tipo que ejerce la jurisdicción, que ha estimado y desestimado, absuelto y condenado. Que ha mandado a prisión a muchos imputados.
Y no se le ocurre mejor conclusión respecto a su condición de imputado que deslegitimar, en sentido amplio, la función de los Tribunales que él mismo representa.
Si, efectivamente, el tribunal del hombre es su conciencia, ¿Para qué queremos pagar con dinero público a jueces como usted? ¿Para qué queremos garzones? ¿Para qué necesitan garzones las victimas del franquismo? ¡Viva la conciencia!
Imagino la escena del próximo juicio en el que Garzón sea presidente de un Tribunal de Justicia, quizá en las Islas Caimán, y le presenten una excepción de falta de competencia y jurisdicción, porque el imputado de estilo batasuniano diga no reconocer al Tribunal porque a él sólo lo juzga su propia conciencia.
De Juez estrella a Juez afantochado de sí mismo. Lo peor de este tipo no es que sea un Juez mediático, sino que se considera un Juez mesiánico. Y desde su cúspide no ve sus graves contradicciones o, mejor dicho, gilipolleces.
Quizá es que él se considera el único capacitado para juzgar a los demás. Quizá lo que quería decir con su cita de Kant, que soy un mal pensado, es que es sólo su conciencia, y nada más que su conciencia, la capacitada para juzgar a los demás. Este Garzón se ha puesto de un divino de la muerte. Yo lo criogenizaba o lo clonaba y ponía a uno igualico a él en cada sitio puñetero, que diga, togado.
Este tío está empeñado en fabricarse su propio y ridículo muñeco del guiñol.
A punto está de conseguirlo.
miércoles, 8 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
Uno veintitrés, dicen.
Llevo ocho días de relativo relax deportivo. Dos días de entreno funcional, dos sesiones suaves de bicicleta estática. Pues qué bien, ¿no? A algunos les parecerá mucho, pero con el cuerpo curtido en trails varios e INVERNIIIZAS pues, se harán a la idea, sabe a poco.
Además, del tirón, retomé la más que olvidada costumbre universitaria (¡Un par de lustros!) de hacer triplete. Exacto: Jueves, viernes y sábado de celebraciones varias por el motivo, que no por la forma: Cerveza y ron.
"Y a mi que me importará su vida", pensarán vuecencias con acierto, recostándose en la butaca, como hacen las Señorías cuando me da por mentar algún artículo de nuestra redicha y olvidadiza Constitución.
El tema es que hoy lunes, con el cuerpo reteniendo líquidos y creyéndome aún ser capaz de dar positivo en un control de alcoholemia, me he inscrito a la Media Maratón de Valdepeñas: Con la intención de ir a ritmo, cubrir el expediente, una carrera más de preparación para los 101 de Ronda y el GTP. Al tran tran que se dice. ¿Y al vino - vino?
Y es que esto del correr coge tintes costumbristas, en el sentido llano del palabro. Vamos, que se le mete a uno en la forma de ser, con sencillez, día a día te define y te acongoja, como lo cotidiano de los gritos de la vecina hablando por el aifón.
Y a un humilde servidor, para mentalizarse, para incitar a la cuerpa al sufrimiento renovando la memoria runner, le da por cambiar la foto de perfil del facebook y por hacer en el mismo un pequeño álbum con fotos de antiguas carreras populares.
Yo ufano y yo feliz, pensando en mi primera media maratón del año con pax romana, pensando en un futuro hacer los 101 como preparación del gran GTP y van y, sin avisar, me comentan una foto del facebook. Alguien que yo creía buen tipo, me dice lo siguiente: "Indecente 1h35'00 usté vale mucho menos :-)" Y no, no me digan que se puede tomar como un piropo eso de usté vale mucho menos, ni la sonrisita final diluye el mal trago. ¡Indecente! ¡Indecente!
No. No tenía bastante con el frente ruso y se me cuelan por Normandía. Aún no he superado el shock de pasar de ¡oh Líder! de Corriendoporelcampo a un simple mierdaseca Líder y a un "niño de la media planta" Aún no he asimilado mi pinchazo final en la inverniza dónde un innombrable se atrevió a considerarse colíder, como si supiera de lo que habla y de la responsabilidad que supone.
Pues eso, ahí estaba yo cuando me dicen, hablando en plata, que o hago una hora y veintitrés minutos en una media maratón o soy un paquete, un líder de pacotilla. ¡Qué me ponga a entrenar, coño!
Además, como los runners somos gente respetuosa y formada me lo plantea como una cuestión moral, desde la perspectiva de la responsabilidad del Líder. Y que voy hacer yo, pues que me he picado como un mal bicho. Y me he picado de la forma que lo hacemos los corredores espirituosos, que diga, espirituales: Me he picado conmigo mismo. ¡Será posible! ¡Uno veintitrés, dicen!
Además, del tirón, retomé la más que olvidada costumbre universitaria (¡Un par de lustros!) de hacer triplete. Exacto: Jueves, viernes y sábado de celebraciones varias por el motivo, que no por la forma: Cerveza y ron.
"Y a mi que me importará su vida", pensarán vuecencias con acierto, recostándose en la butaca, como hacen las Señorías cuando me da por mentar algún artículo de nuestra redicha y olvidadiza Constitución.
El tema es que hoy lunes, con el cuerpo reteniendo líquidos y creyéndome aún ser capaz de dar positivo en un control de alcoholemia, me he inscrito a la Media Maratón de Valdepeñas: Con la intención de ir a ritmo, cubrir el expediente, una carrera más de preparación para los 101 de Ronda y el GTP. Al tran tran que se dice. ¿Y al vino - vino?
Y es que esto del correr coge tintes costumbristas, en el sentido llano del palabro. Vamos, que se le mete a uno en la forma de ser, con sencillez, día a día te define y te acongoja, como lo cotidiano de los gritos de la vecina hablando por el aifón.
Y a un humilde servidor, para mentalizarse, para incitar a la cuerpa al sufrimiento renovando la memoria runner, le da por cambiar la foto de perfil del facebook y por hacer en el mismo un pequeño álbum con fotos de antiguas carreras populares.
Yo ufano y yo feliz, pensando en mi primera media maratón del año con pax romana, pensando en un futuro hacer los 101 como preparación del gran GTP y van y, sin avisar, me comentan una foto del facebook. Alguien que yo creía buen tipo, me dice lo siguiente: "Indecente 1h35'00 usté vale mucho menos :-)" Y no, no me digan que se puede tomar como un piropo eso de usté vale mucho menos, ni la sonrisita final diluye el mal trago. ¡Indecente! ¡Indecente!
No. No tenía bastante con el frente ruso y se me cuelan por Normandía. Aún no he superado el shock de pasar de ¡oh Líder! de Corriendoporelcampo a un simple mierdaseca Líder y a un "niño de la media planta" Aún no he asimilado mi pinchazo final en la inverniza dónde un innombrable se atrevió a considerarse colíder, como si supiera de lo que habla y de la responsabilidad que supone.
Pues eso, ahí estaba yo cuando me dicen, hablando en plata, que o hago una hora y veintitrés minutos en una media maratón o soy un paquete, un líder de pacotilla. ¡Qué me ponga a entrenar, coño!
Además, como los runners somos gente respetuosa y formada me lo plantea como una cuestión moral, desde la perspectiva de la responsabilidad del Líder. Y que voy hacer yo, pues que me he picado como un mal bicho. Y me he picado de la forma que lo hacemos los corredores espirituosos, que diga, espirituales: Me he picado conmigo mismo. ¡Será posible! ¡Uno veintitrés, dicen!
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