Hace un par de meses, en una ruta senderista por la Sierra de Guadarrama conocí a César Pérez de Tudela. No sabía quién era, ni que fuese famoso, o que lo había sido, ni conocía su trascendencia profesional. De inicio sólo me llamó la atención ver a un hombre de cierta edad subiendo y bajando la montaña a un ritmo colosal. Luego me sorprendí enormemente cuando leí que tiene sesenta y nueve años. Todo será por el aire de las montañas. Visto más de cerca me impresionó que su extraordinaria actividad física se completaba con una mirada sabia, un verbo pausado y humilde, una humanidad sin aspavientos. Supuse que este hombre debía tener un increíble fondo de armario y busqué en internet.
Comprobé que muchos lo recuerdan como personaje televisivo, pero este señor es mucho más. Abogado, periodista, policía, escritor... y ante todo aventurero y alpinista. He descubierto con la lectura de su libro "Cinco montañas solo" a un pionero, un aventurero real, una persona que mezcla deporte y espiritualidad en extrañas dosis para la sociedad actual. En su letra escrita, como en su mirada, uno descubre verdades profundas sin concretar, verdades que uno ya no sabe si son humanas o de naturaleza pura.
Uno intuye en sus palabras que quizá la verdad no sea una respuesta concreta sino una actitud ante los medios; un espíritu vivo y no una respuesta ante la muerte. Me quedo pensando que vale más una montaña que la más enorme catedral.
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