domingo, 27 de abril de 2008

Oda a las pezuñas de mi perro.

Mi perro es un animal y anda por el césped. A una Señora mayor esto le pareció mal y me dijo de pasada, sin mirarme, a la espalda mientras caminaba, que vaya, que educando a nuestros hijos para que no pisen el césped y a los perros les dejamos. Yo no sé qué hijos tendrá esta Señora, o nietos, pero no conozco a un niño que no pise el césped de los jardines del Torreón, o que no corra o no juegue al fútbol en él, y bien que hacen. No entiendo porque esta Señora entiende que educar es obligar a un niño a que no pise el césped. No entiendo que a esta Señora le moleste el simple hecho de que un perro de siete kilos, o de setenta, pise el césped. Entendería que le molestase que fuese suelto (la ley la respaldaría en ello) Pero el mio va siempre atado, que el olor del culamen de las perritas le hace perder el poco buen sentido que tiene. Entendería que me recriminase que no recogiera sus mierdas, o que lo dejara mearse en zonas inapropiadas. Pero no, a esta Señora le molesta el simple hecho de que un bicho peludo pise el césped. Un césped que, los sábados y domingos por la mañana, aparece lleno de bolsas de chucherías de esos niños que ella educa para que no pisen el césped. Un césped que aparece esas mañanas con alguna litrona tirada, con alguna mierda y meada no precisamente canina, con algún cristal roto, y con algunas flores arrancadas por pezuñas humanas. Pero lo importante para ella es que un perro pise el césped porque a esta Señora, ejemplo de muchos, lo que le molesta en el fondo es que haya gente que respire con ella en el mundo. Esta Señora es sujeto de Casa-Museo, donde no existen ni la caca, ni el pedo, ni el pís. Donde las figuras de porcelana se encuentran en formación, perfectamente alineadas frente al sofá adorno que nunca se utiliza por si se desgasta. Es una Señora que no tiene nunca gases, que nunca eructa, es un Señora de miras elevadas, perdón, quería decir de altiva mirada. Es una Señora que intenta que sus hijos o nietos no pisen el césped por el simple motivo de que ella no disfruta revolcándose en el mismo. Nos da lecciones de convivencia cuando odia convivir más allá de sus estrecheces. Es una Señora que se siente con autoridad como para dirigirse a un desconocido para recriminarle lo que sea a su antojo sin siquiera saludarle, darle los buenos días. Es autoritaria: por la grave tropelía de que mi perro pise el césped me convierto a sus ojos en un simple objeto al que ni se le mira para hablarle. Sólo merezco una letanía de refunfuños. Esta Señora me recuerda a un pendón... de Semana Santa, es como un brocado de oro deshilachado, como incienso mal quemado.
Mi contestación fue un breve "buenos días, Señora", que en contra de lo que podais imaginar no tenía ni sarcasmo ni ironía, sólo iba cargado de algo de sorpresa ante lo absurdo. Y claro, esa cortés contestación descolocó más a la educadísima y formal Señora ciudadrealeña de pro, que me soltó algo como que encima seré de esos que son de Green-Peace, y bla, bla, bla. Con absoluta tranquilidad y mesura le dije que yo soy y seré de quién me de la gana y, en primer lugar, de mi perro, y que la próxima vez que se dirija a mi le rogaría que lo hiciera, al menos, con la misma educación con que yo me he dirigido a ella. Pensé: que usted me da tanto asco como yo a usted, o más, pero la he saludado, la he mirado y mi tono ha sido correcto. La Señora torció más un gesto de por sí torcido y siguió su marcha y, aprovechando la cercanía de una mujer con su perra suelta, le recriminó no sé qué cosa, a lo que la dueña de la perra contestó sin mi estoicismo y somnolencia (eran las 07:45 del sábado) Embravecida y chillona esta otra mujer-dueña canina le recomendó a la Señora que se metiera en un asilo, entre otras lindezas recíprocas. Me olí que el pique personal de estas dos venía de lejos. Pues qué bien empiezo el día, pensé, sonriéndome, mientras mi perro buscaba jadeante a la perra suelta.
Hay gente que quiere hacer parques y jardines museo a su imagen y semejanza. Esta Señora no tiene césped en su jardín porque lo jode al lavarlo con mistol, y luego le echa la culpa a las polillas. Hay gente que no ve en sus semejantes carne, pelo y huesos; caca, pedo y pís, sino que ve plastilina que pueden modelar a su antojo.
Lo que me ha enseñado la reciente historia de España (Baja Edad del Franquismo, Era de la Cultura del Pelotazo, Revolución del Boom Inmobiliario) es que en nuestro querido país existen muchos predicadores analfabetos y endomingados. Más de los que nos imaginamos.
En fin, nunca imaginé que un odioso Perro Pisador de Césped fuera un atentado contra los principios ecológicos de Green-Peace. Nunca imaginé que mi perro fuese un Atila en potencia.
Lo que no imagina esta Señora es que el vago y maleante de pantalón corto y camiseta descolorida que vió bostezando, estirándose y paseando a un chucho pervertido es abogado, así va España, que se pone la toga y la corbata todos los días menos los días de guardar, en los que me pongo el pantalón corto y las zapatillas. Porque hay cosas que no hay que guardar. Hay cosas que hay que pisarlas, querida Señora, como el césped.
P.D: Esta entrada va dedicada a Hugo, Uga-Uga, Sira, Teo, General Toberas, Lara, Blas, Kika, Toga, Chispa, Cachirulo y un largo etcétera.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobres animales, les quitamos casi todas las zonas naturales, pero encima no vamos a vedarles las pocas que les quedan.
Yo también tuve un enfrentamiento con una señorona de abrigo de piel (asesina de zorros), pero por otro tema.
Cuando se despidió de mí con unas palmadas en mi espalda (agresión física leve) me miró con la misma mirada altiva que la tuya y me dijo unas palabras inconvenientes. Entonces yo le contesté: ¡Feliz Navidad! Por supuesto, con mala intención.

Néstor dijo...

Es que, mi dilecto Ramón, tu perro ES un Atila en potencia. No hay más que ver la reacción que tuvo mientras tú soportabas a la señora de marras: buscando -ansioso y depravado- a la perrilla.

R. Gª. ALDARIA dijo...

Buenas tardes, SOBORO, gracias por tu apoyo moral.
Ay, NÉSTOR, tu ánimo tocapelotas te lleva a la confusión, mi perro nada tiene que ver con Atila: es un Rocco Sifredi en potencia. Sus reacciones son muy humanas.

Libi dijo...

suerte que tuvo... si son los míos..., pesan como 60 o 70 kilos cada uno y esos si son como el caballo de Atila.
Ramón, hay gente que se aburre,cuando la gente pasa delante d mi casa que está en medio de la nada les molesta que los perros les ladren, lo que no cuentan es que ladran porque pegan "el morro" a la valla para intentar cotillear un poco.
Un día se me cruza el cable y los suelto... pero entonces necesitaría un abogado y de eso, por suerte, no tengo.
Saludos

jegarmimo dijo...

HAY A QUIENES LES JODEN LOS PERROS, A OTROS LES JODEN LOS MOROS O LOS NEGROS O QUE LAS MUJERES TENGAN ORGASMOS Y LES QUITAN EL CLITORIS O MAS SUTILMENTE OTROS IDOLATRAN LA VIRGIDAD.

SIGO PENSANDO QUE EN TODO ESTO HAY FALTA DE SEXO. SI LA SEÑORA HUBIERA TENIDO PRISA PORQUE LE ESPERA UN BUEN POLVO O HUBIESE ESTADO RECORDANDO EL ÚLTIMO, TU PERRO SE HABRIA SALVADO DE SU CENSURA.

R. Gª. ALDARIA dijo...

Me alegra que tengas perros DAKYUSKA, si necesitas un abogado ahí tienes a Néstor.
Cuénto tiempo sin verte por aquí JEGARMIMO. Estuve a punto de poner algo de la falta de sexo, pero no quería pasarme con la Señorona, bastante le digo ya.