El pasado domingo fue la maratón de mi ciudad o, mejor dicho, de mis dos ciudades, pues se hace entre Ciudad Real y Miguelturra, y dentro de no mucho tiempo cambiaré mi empadronamiento.
Tras hacer tres maratones en los últimos tres años estuve siguiendo como espectador por las cercanías de mi nueva casa la prueba, y desde fuera se ve distinto (no te duele nada) pero se ve igual de especial.
Esta maratón es llana como pocas y en un momento del año ideal, ya que empieza a hacer fresco, pero debe hacerse dura por otros motivos: no hay mucha animación de público, el recorrido son dos vueltas a un circuito en el que gran parte no es urbano (polígono industrial, carretera entre las dos poblaciones) y la participación no es muy numerosa por lo que puedes estar la mayor parte de la prueba sólo y sin referencias de otros corredores. La gente que no haya corrido nunca 42 km quizá no entienda estos motivos, pero un Maratón tiene un factor psicológico enorme y pasado el km 32 la línea que separa seguir o abandonar es muy fina si no tienes la motivación necesaria o si te quemas por alguno de los motivos antes referidos.
Algunos transeuntes miraban con cara extrañada a los locos sudorosos en plena penitencia. Por mi parte aplaudí a cada uno de los solitarios valientes que cruzaban por el km 37 y, al ver sus caras, pensé que cómo he podido hacer yo tres veces eso y tener ganas de más. Además, me sorpredí con muchos de ellos que, dentro de su extrema fatiga y rigidez de zancada, me daban las gracias por los ánimos con la palabra o el gesto y... vaya, acabo de decidir que el año que viene no seré un mero espectador.
Efectivamente he citado tres inconvenientes de la prueba pero, visto de otra forma no son tales: no tienes aglomeraciones/empujones/tropezones de otros corredores en la salida; por mucho público que haya mirando o animando no dejas de estar solo corriendo contra tus fuerzas, hay un momento que ni oyes y ves lo justo, y, que narices, dar dos vueltas a un circuito puede ser positivo para prever de forma precisa el perfil y el ritmo de la carrera...
Quien ha corrido esta distancia sabe que toda carrera es especial y más aún debe serlo cuando recorres tu ciudad. Cuando haces un tramo del carreterín de la Atalaya, de la Universidad donde has estudiado, bajas al mismo centro, pasas por la esquina de tu casa, por la Plaza donde mea y caga tu perro, vas al parque donde está tu colegio, rodeas el Quijote Arena (donde viste ganar a tu equipo su primera Copa de Europa justo el día que corriste precisamente tu primera maratón en Madrid), pasas al lado de la vía verde donde tantas veces te has machacado, luego vas a Miguelturra por la urbanización donde estará tu hermana, luego rodeas tu nuevo pueblo y pasas a cien metros de tu misma casa y, para acabar, llegas al estadio donde ibas de crio con tu padre a hacer deporte y donde empezaste a trotar y a correr por correr con Tomás y Alberto hace unos siete años.
En fin, ya veis que estoy en terapia de motivación, perdonar el coñazo, pero este blog nació en parte para hablar de carreras populares y eso hago.
Como todo, creo que esto de correr tiene un componente emotivo y las carreras populares algo de rebeldía, de huida, de forma de vida. En este sentido, una vez pensado mientras lo escribía, resulta que no cambio este recorrido por el de la Maratón de Nueva York.
Espero que algunos de vosotros se asome el año que viene a darme un poco de agua.
1er. P.D.: Después del rollo soltado quedaría como un gilipollas si el año que viene cambian el recorrido... tendré que hablar con la organización.
2º P.D.: El inconveniente que parece ser insalvable de esta maratón es el nombre en espanglish que le han colocado "Internacional Maratón Quixote" En fin, precioso, muy de la tierra. Al menos espero que no lleguen al extremo insuperable de poner niñas con pompones de animadora a la llegada como hacen en media maratón de Puertollano.