Hay muchos medios para hacer callar a una persona. El mejor de ellos es no escucharla. El peor de ellos atemorizarla, pretender que el miedo le agarrote las cuerdas vocales. Así se genera histeria, que no es un adjetivo mudo o silencioso. El miedo grita.
Y otra cosa es qué instrumento se considera apto para asustar, para acallar: un grito, una voz, un puñetazo en la mesa, una amenaza de golpe... Increscendo si no dan resultado, sucesivamente. Y sin quererlo, o queriendo, o sin saberlo, aparece la ira, la histeria, las voces imparables, los puños y las cuerdas vocales. Y uno no termina explicándose por qué aparece la Guardia Civil, sólo escucha voces, que ya no sabe si están dentro o fuera de él.
Y cuando declara, en el fondo, no miente, sólo dice: quería que se callase, quería asustarla para que no hablase, pero no la golpeé.
Quizá a ella no, sólo a sus cuerdas vocales.
Ni más ni menos.
3 comentarios:
plas,plas,plas
Jo. Nunca lo pensé así.
Gracias RAUL, no sé si lo merezco.
Muchas veces la violencia tiene su origen en las cosas más absurdas o simples, creo.
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