En algún otro punto de este blog hablé de los abogados cuentapleitos, divertimentos constantes, eternos a veces, amenos o no de los ratos de ocio. Pero la diversidad de la fauna a la que pertenezco y en la que me critico el primero, es muchísimo más diversa que la simple distinción que se pueda hacer dependiendo de nuestra capacidad para poder desconectar del trabajo o para ostentar de asuntos supuestamente importantes.
Y es que, lamentablemente, esta profesión vive mucho de las apariencias, y será por ello que cada vez más se produce el hecho de no sólo ostentar de trabajo, con la capacidad narrativa sublime que hace pasar por entretenidos o curiosos cientos de folios coñazo sobre cuestiones técnicas. Además se ostenta de inteligencia, sí, sí, es cierto.
Hay gente que se atreve a calificarse de forma reiterada y pública, sin rubor, como el mejor abogado, como el que gana todos los pleitos (pocos tendrá...) o como el que mejor conoce a Su Señoría, que el otro día se tomó un café con ella. Pero esa ostentación traspasa lo increíble cuando el sujeto activo pasa de la apariencia (que la ostentación puede ser por pura necesidad) a la inconsciencia, y se cree realmente que lleva razón en todos los asuntos, que sabe más derecho que una base de datos y que, además, es el más listo. Alabados sean los auto-balones-de-oro.
Porque a estos individuos no les da o les quita la razón el Juez o Jueza que corresponda, estos individuos ganan o pierden... perdón, que nunca pierden. Estos individuos ganan ellos los pleitos por goleada, siempre, porque sencillamente son más listos que tú. No sólo se creen más hábiles en ese caso concreto (cuando lo que suele suceder es que se llevan las cartas buenas en esa jugada) y no sólo se creen saber más derecho en general: son más listos que tú en todo. Se nota en su porte, en su mirada.
Algunos, incluso, se atreven a hacer previsiones exactas, de forma juiciosa e infalible, sobre qué piensa ya Su Señoría sobre el asunto en cuestión, incluso delante de tu mismo cliente, no sé si debido a graves déficits en la capacidad para sacar temas de conversación, por simple mala educación, por estupidez o como intento de ganar seguridad antes de entrar en la sala de vistas porque les tiemblan las piernas.
Porque, en definitiva, estos que se autocoronan como emperadores de la abogacía no hacen más que meterse, a medio y largo plazo, un autogol, y quedan como gobernadores de la ínsula Barataria cuando el fallo de la sentencia se convierte en un certero dardo en su contra.
Por no parecer excesivamente tocapelotas paso a confesarme: asumo que en alguna rarísima ocasión he podido ser algo cuentapleitos, pero de forma íntima, entre compañeros/amigos de confianza, pues por pereza y/o comodidad prefiero observar, oír y, en todo caso, hablar de fútbol o del Sr. Ikea. Tengo otros defectos pero me siento alejado del tema hoy expuesto. En caso de que alguna vez no sea así espero que alguno de los compañeros lectores de este blog me suelte inmediatamente una buena leche, como mínimo.
9 comentarios:
Buen post, me gusta.
Ese abogado-tipo Napoleón Togado ¿no tendrá el doble de edad que tú?...
¡Ah, esos letrados con 25 años de ejercicio, que te miran con desdén y pena y te corrigen las minutas, las demandas y la oratoria!
¡Pero qué simpáticos son! ¡cuánto tenemos que aprender de ellos!
Cuánto tendrían ellos que aprender de nosotros...
diles a tus seguidores, a este del chocolate que la edad no tiene nada que ver, el tonto nace no se hace.
A mi me dio la paliza un Bonaparte de estos y encima le hemos ganado el pleito y para que se joda le vamos a pedir ejecución provisional, y ojo chocolate, este bonaparte es un pipiolo, gordo joven y con cara de pajillero.
"Ésta del chocolate", que sabe leer castellano y no requiere de traductor, dice que los Napoleones Togados pueden ser de más o menos edad, pero afirma que en la mayoría de las ocasiones será más que menos.
Ramón me comprometo a darte una buena leche para el caso de que exista un cambio de conducta. Por cierto, Jergamino tiene más razón que un santo, al compañero cuentapleitos lo encontramos en todas las franjas de edad de nuestra profesión, es lo que tiene. Pedro Valdivieso.
Lleváis todos más razón que un Santo. Has dado en el clavo JEGARMIMO, el tipo ese tiene cara de pajillero, ja,ja,ja,ja,ja,ja. Ok, PEDRO, pero no te apuntes al gimnasio de nada de eso, eh!
Saludos, CHOCOLATECONTROCITOS, démosles caña.
Serán jóvenes o mayores... pero lo que está claro es que siempre son hombres, ejem, ejem ... saludos devueltos...
Hombres... hombres... Pues no te falta parte de razón... aunque, bueno, digamos que gozamos de defectos distintos.
Con tu permiso, he puesto en mi blog un enlace al tuyo.
Ahí llevas toda la razón... las compañeras no tienen estilo de Napoleón, más bien tienen ceguera momentánea: te conocen desde la facultad pero luego, te ven en el juzgado y no te saludan. Eso no lo hace un compañero. Ellas sí.
Me alegra mucho lo del link a mi blog, imagínate. Te diré un secreto: encontrar el tuyo me animó a añadir enlaces de otras webs en el mío.
Llevo como tres semanas mareada por la red sin encontrar algo que me gustara para leer (uys, yo es que soy muy exigente...). Menos mal que te encontré... sabía yo que sería el blog de un letrado.
No es por nada, pero me gustan los toques de humor, leer noticias serias, tal cual, eso mejor en los periódicos. Por eso me gustó tu blog.
Saludos y buen día en las trincheras.
Juer, llego tarde, pero me adapto a todo: yo también conozco un abogado joven, gordo y con cara de pajillero que es tonto de remate... ¿Será el mismo?
Por cierto, ¿para cuando ese café con cruasán?
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