martes, 17 de marzo de 2009

Distintas varas de medir.

El exceso de celo con la zona de seguridad del Juzgado ha llevado a poner unos pequeños bolardos en toda su extensión. Mientras tanto el pequeño aparcamiento de enfrente tiene su particular zona azul con la invasión de gorrillas, a los que hay que abonar el impuesto revolucionario sopena de sufrir posibles problemas de carrocería. ¿Para eso nadie llama a la Policía Local? No. Ojalá mañana o pasado me tenga que comer mis palabras.
Hoy he visto fugazmente los mencionados bolardos al llegar volando de Daimiel. Te señalan un juicio a las 9:00 horas, en Daimiel, el primer juicio del día. A las 10:45 horas tengo otro en Ciudad Real, pienso, creo que me da tiempo, seguro, este dura 20, 30 minutos como mucho, aunque sean 40 llego a tiempo. Pero la espera se va alargando. Sin explicación, disculpa o sinónimo semejante se empieza el juicio a las 9:51 horas. Diría que increíble, pero no, es muy habitual, se me agota la capacidad de sorpresa. Termina, salgo zumbando, me dice la procuradora que me da tiempo a llegar porque en Ciudad Real van también con bastante retraso. Bueno. Estoy llegando y me vuelve a llamar diciéndome que el bastante retraso ha quedado en menos y que la Jueza dice que celebra. Pues ya llego, leches. Aparco siguiendo las indicaciones del concienzudo gorrilla, paso entre los bolardos corriendo y me siento mientras todos los presentes me miran inquisitivamente. Me ratifico y demás con las pulsaciones en el umbral anaeróbico. Sin necesidad de volver a hacerlo, por educación, me vuelvo a disculpar a Su Señoría al terminar el Juicio, explicándole la circunstancia del retraso. Obtengo un "que sepas que si no es por nuestro propio retraso habíamos celebrado". Encima tendré que darle las gracias. No las doy, faltaría más, me despido. Y me muerdo la lengua y me voy, mordiéndome más la lengua: "que sepa usted (yo no la tuteo) que si no es por la impuntualidad inmotivada, por la falta de respeto absoluta de su compañera de Daimiel, yo habría estado aquí esperando su retraso, que aunque ha sido menor también se ha producido, quizá por empezar usted también tarde su primer señalamiento porque sí" Hay gente que debe disculparse y a sabiendas no lo hace. Hay gente que debemos quejarnos y no lo hacemos, porque como colectivo somos una absurda comparsa. Esperas 51 minutos por amor al arte y das los buenos días al entrar, sin respuesta. Te esperan cinco, con disculpa y causa justificada, y te quedas a 10 segundos de la rebeldía y de la más profunda cagada profesional. El próximo día, Señoría, le pido la suspensión, lo que va también en perjuicio de su carga de trabajo, y si no me la concede vuelvo de Daimiel cumpliendo escrupulosamente los límites de velocidad, y si no me espera, me quejo, vaya que si me quejo.
Vuelvo al aparcamiento, sorteando los bolardos, a pagar el impuesto revolucionario del gorrilla, que por las prisas no pude abonar debidamente. Espero que no me hallan puesto ya la multa, ni recargo alguno.
Aquí lo único que importa es respetar la zona de seguridad.

2 comentarios:

Néstor dijo...

Ja, ja, ja... Genial Ramón, genial. Lo bueno es que llegaste -a destiempo, pero llegaste- a todo. Y mira que yo traté de distraer a la juez con uno de mis famosos chistes verdes, pero nada: me echó de la sala con cajas destempladas, juas, juas... Otro día avisa y monto un espectáculo del circo del sol para ganar tiempo.

R. Gª. ALDARIA dijo...

La que llegó a destiempo fue S.S. de Daimiel, en fin... De todo se aprende, pero me gustaría ver ese espectáulo del circo del sol, ¿compartes escenario con algún animal?