martes, 31 de marzo de 2009

Creer o no creer, esa es la cuestión.

- Mira por donde hoy he leido por ahí una cita, ésta: "el abogado es un señor que recupera nuestros bienes de las manos de nuestros adversarios y se los queda" Henry Peter Brougham (1778-1868) Lejos de ofenderme, me ha provocado una lejana sonrisa. Para evitar que me provoque otras sensaciones más cercanas he decidido seguir con mi pecualiarísimo pluriempleo.
- Hoy en el Juzgado nº 3 de Tomelloso el Juez, al verme entrar en la Sala, me ha dicho que "vaya, Sr. Letrado, a usted le gusta litigar" Y es que ayer tuve dos señalamientos con él, y hoy otro más. Es un tipo afable, joven de aire clásico, modales antiguos, que intenta ser cercano y crea alguna confusión procesal. Y a ver que se le contesta a ese comentario... un abogado debería decir que le encanta litigar, y que cuantos más desmanes haya que acaben en el Juzgado, mejor, más trabajo. Opté por decirle, más o menos, que "no se trata de eso Señoría, simple casualidad, ya sabe como son las compañías". En el coche pensé, verse uno en la necesidad de quitar hierro a su trabajo para no parecer que mete pleitos por meterlos y satura de trabajo al Juzgado de forma banal, o que reniega de las soluciones extrajudiciales. Curiosos estos abogados, que mentirosos.
- En el mismo Tomelloso, antes de entrar, el perito, al ver que vamos a pasar puntuales, se sorprende. Supongo que está sorprendido porque como perito estará acostumbrado a largas esperas. Me dice que lo sabe como perito... y porque durante diez años trabajó de oficial de Justicia, y que de cinco trabajan dos. Vaya, vaya, no me digas eso, que estamos rodeados.
- Ayer un juicio se transa antes de entrar por pago y el otro se suspende en la la prueba porque ni siquiera estaba proveído un escrito solicitando una testifical presentado hace mes y medio. El propio Juez, el mismo joven de aire clásico de antes (pienso en empadronarme en Tomelloso) echa pestes de forma comedida de sus funcionarios. Vaya, vaya, no diga usted eso. Aunque espero que efectivamente Su Señoría y mi perito estén de acuerdo en eso y en todo, ¡que bendición!

viernes, 27 de marzo de 2009

Un domingo distinto, sin fiesta de guardar reconocida.

Tras casi un mes de mi patinazo maratoniano se celebran los 10 km de mi ciudad. He corrido poco, lógicamente, hay que recuperar despacio, sin creernos que ya estamos bien cuando desaparecen las molestias musculares, pues dicen que el desgaste articular, aunque no se note tanto, hay que cuidarlo más aún, para evitar lesiones inesperadas. Y yo hace mucho que ni me lesiono ni me duele nada y quiero seguir así.
Hace una semana me encontraba ya bien, en apariencia, pero haciendo uso de la prudencia que me faltó en la primera mitad de la maratón de Barcelona, no he corrido más de cuarenta minutos y a ritmos lentos. Así que el domingo iré con calma, a ver en qué estado me encuentro... y a ver qué buen trabajo hacen los fotógrafos de la organización (mensaje subliminal)
Por cierto, los que corremos cada vez nos sentimos menos solos, casi se han duplicado los inscritos de un año a otro, gracias entre otros al trabajo del club Ala 14.

martes, 17 de marzo de 2009

Distintas varas de medir.

El exceso de celo con la zona de seguridad del Juzgado ha llevado a poner unos pequeños bolardos en toda su extensión. Mientras tanto el pequeño aparcamiento de enfrente tiene su particular zona azul con la invasión de gorrillas, a los que hay que abonar el impuesto revolucionario sopena de sufrir posibles problemas de carrocería. ¿Para eso nadie llama a la Policía Local? No. Ojalá mañana o pasado me tenga que comer mis palabras.
Hoy he visto fugazmente los mencionados bolardos al llegar volando de Daimiel. Te señalan un juicio a las 9:00 horas, en Daimiel, el primer juicio del día. A las 10:45 horas tengo otro en Ciudad Real, pienso, creo que me da tiempo, seguro, este dura 20, 30 minutos como mucho, aunque sean 40 llego a tiempo. Pero la espera se va alargando. Sin explicación, disculpa o sinónimo semejante se empieza el juicio a las 9:51 horas. Diría que increíble, pero no, es muy habitual, se me agota la capacidad de sorpresa. Termina, salgo zumbando, me dice la procuradora que me da tiempo a llegar porque en Ciudad Real van también con bastante retraso. Bueno. Estoy llegando y me vuelve a llamar diciéndome que el bastante retraso ha quedado en menos y que la Jueza dice que celebra. Pues ya llego, leches. Aparco siguiendo las indicaciones del concienzudo gorrilla, paso entre los bolardos corriendo y me siento mientras todos los presentes me miran inquisitivamente. Me ratifico y demás con las pulsaciones en el umbral anaeróbico. Sin necesidad de volver a hacerlo, por educación, me vuelvo a disculpar a Su Señoría al terminar el Juicio, explicándole la circunstancia del retraso. Obtengo un "que sepas que si no es por nuestro propio retraso habíamos celebrado". Encima tendré que darle las gracias. No las doy, faltaría más, me despido. Y me muerdo la lengua y me voy, mordiéndome más la lengua: "que sepa usted (yo no la tuteo) que si no es por la impuntualidad inmotivada, por la falta de respeto absoluta de su compañera de Daimiel, yo habría estado aquí esperando su retraso, que aunque ha sido menor también se ha producido, quizá por empezar usted también tarde su primer señalamiento porque sí" Hay gente que debe disculparse y a sabiendas no lo hace. Hay gente que debemos quejarnos y no lo hacemos, porque como colectivo somos una absurda comparsa. Esperas 51 minutos por amor al arte y das los buenos días al entrar, sin respuesta. Te esperan cinco, con disculpa y causa justificada, y te quedas a 10 segundos de la rebeldía y de la más profunda cagada profesional. El próximo día, Señoría, le pido la suspensión, lo que va también en perjuicio de su carga de trabajo, y si no me la concede vuelvo de Daimiel cumpliendo escrupulosamente los límites de velocidad, y si no me espera, me quejo, vaya que si me quejo.
Vuelvo al aparcamiento, sorteando los bolardos, a pagar el impuesto revolucionario del gorrilla, que por las prisas no pude abonar debidamente. Espero que no me hallan puesto ya la multa, ni recargo alguno.
Aquí lo único que importa es respetar la zona de seguridad.

viernes, 13 de marzo de 2009

Protectora de animales de Ciudad Real.

Esta es la nueva página web de la Protectora de Animales de Ciudad Real: http://www.protectoradeciudadreal.org/
Os presento a Tiara, que está esperando a que vayáis a por ella:

jueves, 12 de marzo de 2009

Unos y otros sobre el calendario.

En el blog de un compañero leí que la trena de Herrera huele a lejía. A mí no me llegó nada más que pintura, que por lo que se ve encubría el resto de olores. Curiosa circunstancia, ir a Herrera a ver a dos clientes, uno preso, otro funcionario, por muy diversas causas de la vida. Uno con locutorio, otro con paseo por los primaverales exteriores bajo amenaza de alergias inminentes, con una coca cola y aire fresco.

Este sitio hace honor a "de la Mancha" con dos curiosas figuras de Quijote y Don Sancho sobre cubas de vino. Olor a pintura y pinta de residencial decadente y decaído, persianas estancadas, rastrojos, residencial disimulado si no fuera por el alambre de espino. El pase, la matrícula del vehículo. En el arco de seguridad no dejan pasar a una chica a un bis a bis porque pita. Ella dice que son los arcos de metal del sujetador. El funcionario, por lo visto, ya la avisó en otra ocasión y hoy no está para gaitas. Al final no pasa y no entiendo porque no se lo quita. Algunos churumbeles pululan alrededor, a ver si aprenden a olvidarse del metal. Miro al suelo. "Que hubiese ido sin sujetador, que lo deje en el coche... y de paso le había ahorrado tiempo al recluso" No es momento para chistes malos. En la cárcel parece ser que el tiempo no es oro, sino un virus lacrado en un sobre pequeño, muy pequeño, donde no caben las bromas. Este es un sitio de puntería y poco más.
Conversaciones breves, todo tiene pinta de formulario, de hospital de guerra con pintura verde que huele a pintura roja. En son de paz porque no quedan más huevos.
"Déjale la documentación a María, de Cruz Roja" "He visto pisar cabezas de presos".
Ya, imagino. Y, efectivamente, me corroboran por doquier que hay mucha droga, pero sólo pitan en el arco de seguridad los aros de algunos sujetadores. Y no hay medios suficientes, como en todos lados. Hace algún tiempo, dicen por ahí, no se pudo cachear a una visitante (quizá sin sujetador) por no haber un Guardia Civil de sexo femenino, y no se pudo detenerla por tal y cual y, por lo visto, pasó papelinas. Este es un sitio de historias. Me entero de que los huevos Kinder caben en cualquier sitio. Hasta en alguna taquilla perdida, quizá, quizá, que todo es posible... Picos pardos.
Todo lleno de estrictas normativas, pero hay muchas más reglas no escritas.
A la salida se me acerca uno de los Civiles de la garita de la barrera de entrada. "Ahora me vas a tener que abrir el maletero" Coño, si es un compañero de la carrera. "Sí, ahora lo abro pero para meterte a tí dentro, capullo" Risas, algunos recuerdos, le va bien, a mi creo que también. "Si yo sabía que tú ibas a acabar en Herrera" Otras risas. Le dice al compañero: "Levanta la barrera que a este lo han puesto en libertad". "Hasta otra"
Olor a pintura y a impaciencia. Yo me largo, más carretera. Sol.
P.D.: Más sobre el tema... de cortar y pegar a vuestro antojo: "lo encalomo", "botella de Whisky", "sugerentes fondos de pantalla", "edema", "declaración de paternidad", "autostop", "fuerza proporcional", "agresividad", "suavizar", "piercing", "pasado", "pasado", "pasado", etc.

domingo, 8 de marzo de 2009

De las dudas que me generan los excesos de celo.

Hay semanas que empiezas con calambres, y sigues con que te notifican el impago de un impuesto de circulación con recargo (y con amenaza de embargo) y sigues con una guardia complicada que te hace perder dos mañanas enteras en el Juzgado.
Y mientras estás esperando (el trabajo fundamental del abogado en la oficina judicial es desarrollar su paciencia) una de esas mañanas tu coche se lo lleva la grúa. Tras aflojar 57 euros y pico por las tasas, hablas con gente y te comentan (no digo ni diré el nombre de mi fuente fiable) que han hecho la escabechina en los aledaños del Juzgado tras una llamada del Juez o Jueza, decano o decana, no sé, eso no me lo precisan, quejándose del aparcamiento, y que ha llamado a la concejal y todo mostrando su amargura.
En caso de que la fiable fuente no esté confundida, le agradezco, Su Señoría, su honda implicación ciudadana, eso sí que es una Justicia apegada al día a día del ciudadano de a pie, o de a coche, aunque he de decirle que si las actuaciones judiciales fuesen puntuales habría menos coches encima de las aceras y zonas de seguridad y la madre que las parió.
Reconozco mi pecado, me confieso Señoría: mi pobre y banduendo León estaba en mitad paso de cebra, en mitad zona de seguridad, porque Yo estaba de guardia y llegué con prisas para estar una hora esperando a que se realizara el simple trámite de avisar al médico forense. Mientras esperaba y los papeles se acumulaban en la mesa de mi despacho, mi coche fue sustraído gracias a su honda preocupación por el tráfico urbano, Señoría, y me hizo perder la poca mañana que me quedaba para trabajar entre la Comisaría y el Depósito Municipal.
Nunca podré agradecerle como usted se merece, Señoría puñeteada por las bocamangas, la gran concienciación que ha generado en mi persona sobre los problemas de aparcarmiento de los que, todo sea dicho, no soy culpable ni tengo capacidad de decisión. Muy bonito el edificio acristalado, con su incomparable y compatible función nevera/horno sin aparcamiento.
Tanta conciencia ha creado en mí, Señoría, que el otro día al salir de mi cochera tenía un camión atravesado. Tenía prisa para evitar el atasco de las dos, toqué el claxón con insistencia, esperé cinco minutos sin éxito y llamé a la Policía Local guiado por su ejemplo de Robin Hood anti-emisiones de CO2. Justo cuando le calzaban la multa al camión llegó su conductor/currante y, qué curioso, en ese momento me arrepentí de haber llamado a "la local", como usted, puñeteada Señoría, seguro que también se arrepentió después de haber inducido a la denuncia de decenas de vehículos entre los que imagino no estaría el suyo, ni los de los funcionarios de su Juzgado, o quizá a ellos resulte que, por la fuerza del destino, no les llega la multa a casa.
Seguro que se arrepentió usted, igual que yo, por optar por una medida represora e inútil, por simple despecho o por motivos que desconozco, sin afrontar el problema de fondo del que todos somos víctimas. Sí, estoy seguro de que se arrepintió... ¿o quizá no?
Si se cree que así soluciona algo ya le digo yo, en estrictos términos de defensa y de dejar las cosas claritas, que no, que su llamada no ha solucionado nada de nada, más allá de las arcas municipales. Otra cosa son aspectos de personal desahogo o satisfacción personal, eso no se lo discuto.
Fíjese, yo me arrepentí de mi llamada y eso que soy abogado.

lunes, 2 de marzo de 2009

Volveré.


Nueve grados a las 8:30 a.m. en Barcelona. El domingo pasado. Cielo nublado. Climatología perfecta. Un mal presagio: tras salir del guardarropa voy a conectar el cronómetro y está en blanco, se le acabó la pila. Chispea. No me lo invento para poner algo peculiar en el blog: el reloj en blanco. A correr sin referencia de tiempos en los puntos kilométricos respectivos, sólo por sensaciones, un arma de doble filo.
Caliento brevemente, estiro y me dirijo como un borrego, entre nueve mil y pico más, a los cajones de salida controlándome para no tirar el reloj al suelo y pisotearlo. Murmurando en arameo, escuchando la megafonía en catalán y luego en castellano. Miro el reloj nuevamente: de chiste, pero no me rio.
Decido colocarme entre el globo de las 3 horas y el de las 3 horas y cuarto, ni uno ni otro. A calentar y a ir progresando poco a poco si tengo fuerzas.
Sobre el km. 10 llueve algo más fuerte y hace más frio, pero me encuentro fuerte y decido ir progresando. La media maratón está en una avenida donde los corredores pasamos en ida y vuelta, y compruebo que el globo de las tres horas no va tan lejos. Bebo, tengo frío, llueve, me tomó otro gel.
Es la primera vez que veo al globo de las 3 horas en marcha. Es de color rojo, por algo será. Paso la media en 1 h 33'. Bastante bien, ¿quizá demasiado rápido? Hay que intentarlo, medir las tintas entre la valentía y la temeridad. Dos kilómetros más, en ligera bajada, pienso en bajar el ritmo pero me encuentro bien, de respiración sobrado y con sensación de frío, que se agradece. Bebo, como algo. Miro el reloj y me rio, pienso: "no me haces falta".
Dicen que la maratón empieza a partir del km 30, y es cierto. Es donde se demuestra si puedes o no con tus expectativas, si la estrategia y tus fuerzas son las adecuadas. Y en el 28 bien, y en el 29 bien, con alguna molestia estomacal pero bien.
Y, en el treinta... calambres. ¿Cómo? Sí, esto. Y más molestias estomacales. Bajo el ritmo, aguanta, que se pasa, recuperas y sigues. Pero va a más y llegado el 32 tengo que hacer una parada técnica. Suelto algo de lastre entre unos arbustos, estiro, parece que mejora la cosa, pero al intentar correr de nuevo los cuadriceps me dicen que me vaya de cañas. No voy a decir que no me retiré por cuestión de valor u honor o tonterías semejantes, fue una simple mezcla de vergüenza y no sé que más. Andé un kilómetro, me relajé, me adelantó el puñetero globo de las 3 h 15', miré mi reloj, ahora le dije: "en blanco, vacío, como yo"
Andé otro poco y fue cogiendo un trote cansino, pesado, doloroso, que me llevó a la meta con dos patas de palo hirviendo por piernas. Creo que el sufrimiento de los 10 último kilómetros sirven de expiación a todos mis pecados pasados y futuros.
Pensé mientras deambulaba para llegar a meta: el año pasado 3 h 21', sigo casi fielmente el plan para hacer 3 h, con la expectativa de bajar con seguridad de 3h 15' y, si puedo, de 3h 10'. ¿Y acercarme a las 3 h? Pues no, pues toma, calambres, al puto cuerpo no hay quién lo entienda, quizá haya llegado algo sobreentrenado, nunca me paso esto...
Finalmente llegué cuando el reloj marcaba 3 h 34', lo mismo que en mi debú hace cuatro años. ¿Otro guiño del destino como el de la pila del reloj? Tantas vueltas para llegar al mismo sitio.
Al cruzar la meta me cagué en algo o alguién, no recuerdo, y me dije: "volveré, a Barcelona quizá no, pero volveré, y los 42 km 195 metros no volverán a ganarme"
Mientras descansaba antes de coger el AVE de regreso me llegó este mensaje al móvil:
"Marato BCN info: Ramon TO: 3:34:59 TR: 3:34:20 1/2: 1:33:40 PosFin: 2.748 de 8.280 PCat: 713 de 2183 Moltes Felicitats! Muchas Felicidades! Felicitations!"
Bueno, pues vale: volveré.