Vaya domingo que he elegido para darme un tute de prensa. Toros por aquí, toros por allá.
Me dan igual los dos debates que arrastra el tema: el de defensa de los animales y el político - nacionalista. Siendo más preciso, no me dan igual como cuestiones propias, pero mezclarlas con la sangre en la arena me parece bastante cornudo.
Nos gusten o no los toros. Nos guste o no ver sangrar y matar a un animal dentro de una fiesta de ocio, folclore, tradición y quizá arte. Nos guste o no el nacionalismo catalán. Nos interesen o no las ansiosas frustraciones de un sector de la sociedad catalana.
Pues nos gusten o no todas esas cuestiones, y muchas más, sólo quiero decir algo que me parece importante en todo este barullo: es legítimamente democrático que el Parlamento catalán prohíba las corridas de toros en esa comunidad autónoma.
Igual que sería legítimo que dicho Parlamento volviera a autorizarlas.
Igual que es legítimo que una comunidad autónoma permita unas cosas y prohíba otras en los márgenes de sus de competencias.
Palabras como "justicia", "libertad", "censura" y una largo etc., merecen reservarse para cosas más importantes que la autorización o no de una fiesta en un lugar de España.
No entiendo, o no quiero entender, tanta repercusión mediática, quizá porque mi conciencia nacional nunca la he visto asociada al toreo ni a lo que digan de España algunos catalanes.
En todo caso, me parece que hay noticias y debates mucho más importantes para el primer domingo de otoño, por lo que no digo más. Que se salgan de madre otros.
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