Ya dije algo sobre los telediarios, y sin ánimo de ser pesado vuelvo sobre el tema. Si soltamos en la calle a cinco niños de doce años y les decimos que nos den las diez noticias más importantes a partir de lo que vean por su ciudad, seguro que no coinciden mucho, al menos no en todo. A no ser que esos niños vayan a ser periodistas: entonces nos darán exactamente las mismas noticias, pero con un margen de cinco minutos de retraso cada uno de ellos, para que te resulte inútil hacer zapping.
Ojo: cuando digo exactamente las mismas quiero decir exactamente las mismas.
Resulta que la noticia es como la gasolina. Resulta que la competencia libre es un ligue encubierto, una sintonía de príncipes ocultistas y contratos infieles. Unos te ponen caras bonitas y otros voces engoladas, cambios de lazo intrascendentes para infundirte tedio, miseria, miedo o espíritu navideño, según toque. Dirán que la actualidad es la actualidad: no me lo creo.
Nos visten de objetividad lo que no es más que un amaño, parece que no hay opinión y sí la hay, pero sólo en la trastienda. ¿Qué pruebas tengo? La obviedad y ninguna más.
Por eso el otro día me sorprendió algo que dijo Piqueras sobre los premios Goya. Dijo que no había sorpresas en las nominaciones pues había poco buen cine español donde elegir. Lo mucho que hace decir un simple “poco”. Una opinión tan sencilla y natural, además de cierta, que me pareció un auténtica reivindicación y/o panfleto incendiario dentro de la rumiante tónica habitual. Hacía tiempo, mucho, que un tele de éstos no me provocaba una sutil y maléfica sonrisilla.
Se maquillan las cuentas de las empresas, se maquilla al Rey Baltasar de Oriente para ser negro, se maquillan los/as presentadores/as y las noticias precocinadas. Dentro de poco se maquillarán hasta las caricaturas del Rey Juan Carlos de España para no convertirse el autor en carne de presidio.
El mal apócope de Franco murió y, dicen, que con él murió también la censura. Creo que si ese mal siguiera vivo ya no nos censuraría, pues no hace falta, todos los telediarios, toda la realidad mediática, es la misma, todos coincidimos, qué dicha, qué felicidad más absoluta, tenemos ciento y un mil nodos.
Empeoro por momentos, ya no se distinguir la telebasura del telesuceso, y lo peor de todo es que no tengo pruebas más allá de la simple obviedad.
La democracia es un buen marketing de televenta con un confuso y contradictorio fondo de armario. Le voy a pedir a los Reyes (a los de Oriente) una cámara oculta. ¡Qué aburrida es la vida sin antecedentes penales!
Ojo: cuando digo exactamente las mismas quiero decir exactamente las mismas.
Resulta que la noticia es como la gasolina. Resulta que la competencia libre es un ligue encubierto, una sintonía de príncipes ocultistas y contratos infieles. Unos te ponen caras bonitas y otros voces engoladas, cambios de lazo intrascendentes para infundirte tedio, miseria, miedo o espíritu navideño, según toque. Dirán que la actualidad es la actualidad: no me lo creo.
Nos visten de objetividad lo que no es más que un amaño, parece que no hay opinión y sí la hay, pero sólo en la trastienda. ¿Qué pruebas tengo? La obviedad y ninguna más.
Por eso el otro día me sorprendió algo que dijo Piqueras sobre los premios Goya. Dijo que no había sorpresas en las nominaciones pues había poco buen cine español donde elegir. Lo mucho que hace decir un simple “poco”. Una opinión tan sencilla y natural, además de cierta, que me pareció un auténtica reivindicación y/o panfleto incendiario dentro de la rumiante tónica habitual. Hacía tiempo, mucho, que un tele de éstos no me provocaba una sutil y maléfica sonrisilla.
Se maquillan las cuentas de las empresas, se maquilla al Rey Baltasar de Oriente para ser negro, se maquillan los/as presentadores/as y las noticias precocinadas. Dentro de poco se maquillarán hasta las caricaturas del Rey Juan Carlos de España para no convertirse el autor en carne de presidio.
El mal apócope de Franco murió y, dicen, que con él murió también la censura. Creo que si ese mal siguiera vivo ya no nos censuraría, pues no hace falta, todos los telediarios, toda la realidad mediática, es la misma, todos coincidimos, qué dicha, qué felicidad más absoluta, tenemos ciento y un mil nodos.
Empeoro por momentos, ya no se distinguir la telebasura del telesuceso, y lo peor de todo es que no tengo pruebas más allá de la simple obviedad.
La democracia es un buen marketing de televenta con un confuso y contradictorio fondo de armario. Le voy a pedir a los Reyes (a los de Oriente) una cámara oculta. ¡Qué aburrida es la vida sin antecedentes penales!
6 comentarios:
Tenía una oreden de alejamiento que me impedía acercarme a tu blog a menos de 200 bytes pero, me la salto.
Feliz Navidad y eso
Ja, ja, ja... Ramón, ¡genial! Se ve que algo te ha estimulado (¿no trabajar, juas, juas?).
¡Feliz Navidad, leches!
PD: Franco no murió. Se marchó a las Vegas y canta junto a Elvis en garitos de turistas.
Curiosa orden de alejamiento, no sé nada de bytes. Felices fiestas y eso.
Mis estímulos son diversos y poco eficientes. Me dura poco la estimulación y me pongo a dormitar. Dicen que Gil y Gil también anda por Las Vegas, o por las Islas Chi...
Pues no escuché ese comentario y conste que intento zappear en las noticias para ver dos cadenas a la vez (manías). Desde luego, llevas razón, estamos inundados de lo que pasa y pasa lo que cuentan, lo que no se cuenta, no pasa.
Te dejo en mi blog un pequeño presente (butterfly award) como modesto premio a tu blog, por sus incisivas y entretenidas entradas.
Feliz Año Nuevo.
que no, que no...... Jesúa Gil, está
AQUI
Muchas gracias CHOCOLATECONTROCITOS, espero que el premio no se me suba la cabeza, je,je,je,je
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