"Yo no hago milagros, doy soluciones". La conversación entre el rico conductor fugado y el abogado Clayton no tiene desperdicio, por su fondo y por el contraste de las formas de ambos.
No es una típica película de abogados yankis movida por el efectismo y la teatralidad. Nos mete en los suburbios de los acuerdos, las íntrigas de despacho, rivalidades entre compañeros, el procedimiento como algo técnico y las dudas morales.
La ví en el cine en su estreno y anoche en la tv por segunda vez. Enlaza muchos temas interesantes con naturalidad y claridad. Me quedo con la conversación, como decía, entre el rico conductor fugado y Michael Clayton. Para el abogado nada era personal, no entró al trapo de las acometidas verbales del cliente, de su furia... como el médico que analiza en el laboratorio un virus mortifero y parte de esa realidad nefasta sin hacerla suya.
No se hacen milagros, simplemente se dan soluciones, intentando que sea la mejor solución posible en el momento preciso. Ese es el matiz oportuno entre ganar y perder.
Por cierto, creo que es la única película de George Clooney que me gusta.
2 comentarios:
Recuerdo que me gustó (¿tanto tiempo hace que la ví.....?), pero bueno... no es la única de Clooney que me gusta y tampoco soy seguidora de él por si atractivo físico, la verdad... me gustan las pelis de juicios... aysss, esos juicios a la americana... qué exóticos...
Si, tienen su exotismo, pero yo cada vez pienso que se parecen más a los de aquí de lo que n os creemos... La diferencia fundamental es que allí los testigos dicen la verdad y aquí mienten como bellacos. Allí se mantiene respeto reverencial a la Justicia más allá de quién sea el Juez simplemente por lo que representa (igual que con los símbolos del Estado) Aquí se ve como algo que nos impide hacer lo que nos sale de los huevos. Aquí reverenciamos a los 'julianes muñoz', a los del pelotazo.USA nació como una democracia, es el único país que desde su origen es una democracia, y eso se nota aunque a algunos les joda. Aquí fuimos pícaros antes que demócratas, timamos hasta a Moctezuma y luego, poco a poco, lo tiramos todo por la borda. Los códigos genéticos es difícil cambiarlos, de hecho seguimos con los Borbones.
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